miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA SENDA NOBLE DE LA PALABRA


LA SENDA NOBLE DE LA PALABRA

©Giuseppe Isgró C.

Sidharta Gautama, Sakyamuni, tuvo la genial percepción de estructurar el Noble Sendero Óctuple, como disciplina mental para transmutar los deseos negativos en positivos. De esta manera, el estado de insatisfacción se transforma en uno de felicidad y de iluminación, o lucidez espiritual.
La tercera noble vertiente, es la recta palabra. Para emitirla, es preciso, antes, tener correctas opiniones y rectos propósitos. De esta manera, es posible comunicarse por objetivos y resultados. Es decir, con un fin determinado.
En toda conversación es necesario centrarse en los resultados que se buscan alcanzar, de acuerdo con los propósitos. Los objetivos definen la intención de ambos interlocutores, y es necesario compenetrarse de ella para saber a qué atenerse.
Para formarse una recta opinión, y así expresar rectas palabras, se requiere enmarcar la conversación dentro de los parámetros de los valores universales o atributos divinos esenciales: El amor, la prudencia, la sabiduría, la justicia, la compensación, la igualdad, la fortaleza, la templanza y la belleza.
Tanto el uno como el otro interlocutor, al intercambiar contenidos mentales buscan efectuar una toma de decisión para satisfacer una necesidad, o alcanzar un objetivo. El primero para restablecer el equilibrio preexistente; el segundo, para lograr el cambio anhelado que permita ir más allá de adonde nos encontrábamos.
Dominando el proceso de la toma de decisión y el método científico de resolución de situaciones, es factible determinar las etapas mentales del interlocutor para orientar la elección del curso de acción del interlocutor. Igualmente, orientan los criterios cuyos parámetros permiten identificar los propios cursos de acciones a elegir.
Es decir, mediante la justa palabra, buscamos realizar el qué, el cómo, el quién, el cuándo, el dónde, el cuánto y el por qué.
Sidharta Gautama sugería cuatro elementos dignos de tomar en cuenta, al aplicar las rectas palabras a los resultados apetecidos en la comunicación de contenidos mentales.
El primero de los cuatro, es: Jamás decir mentiras; siempre decir la verdad. La verdad es el valor que permite mantener la credibilidad y le otorga valor a la propia palabra. La persona vale tanto como su palabra empeñada, y cumplida.
El segundo elemento que es preciso evitar, es la chismería. El chisme suele ser nocivo tanto para aquel hacia quien se aplica, como para el que lo emite. Se puede efectuar un perjuicio en la imagen ajena por la cual, en tiempo certero, se deberá efectuar la respectiva compensación.
El tercer elemento que debe evitarse la grosería en el propio léxico. Ésta afecta la imagen de la propia dignidad. Las damas precisan, en mayor grado, conservar una conducta decorosa. Muchas jovencitas, y damas de todos los niveles, suelen expresar groserías, con naturalidad, que aún un gran número de hombres no se atreverían ni remotamente pronunciar. Las groserías en el propio repertorio verbal le impregnan rasgos de vulgaridad a la personalidad de cualquier ser humano.
El cuarto elemento que se sugiere evitar, es el de las conversaciones banales, o superficiales, basándose en cosas banales y en hechos de aparente importancia y sin trascendencia alguna.
Es preciso trascender las apariencias e ir al meollo esencial del asunto a tratar.
Hay que ver la realidad más allá de las apariencias, tanto por la lógica inductiva y la deductiva, como por la intuición y la inspiración que facilitan ver las cosas desde una perspectiva integral y realista; objetiva y subjetivamente.
A nadie le gusta ser criticado; de nada sirve criticar a ninguna persona, ya que se pondría a la defensiva, inhibiendo la libertad de comunicación, y por ende, ahuyentando los resultados apetecidos.
Dentro de las rectas palabras, es preciso evitar, también, conversaciones de negativas, en las cuales, uno de los interlocutores da informaciones de algo malo que le ha ocurrido a determinada persona, y luego, por asociación magnética de ideas, van surgiendo otros otros recuerdos análogos, creando un campo de fuerza que es preciso evitar. Hay que atajar, con buen tacto, a la otra persona, diciéndole: -“Háblame de todo lo bueno que sepa de los demás, nada malo”.
Benjamín Franklin, en cierta ocasión, expresó: -“Hablaré de toda persona que conozco, únicamente todo lo bueno que conozco, pero nada malo”-.
La base de las correctas palabras son los rectos pensamientos y sentimientos; éstos activan a la ley de atracción y crean las realidades tangibles en la vida de toda persona. Atraen lo bueno; repelen lo contrario. También, son el soporte de las rectas y armoniosas palabras, y de las rectas acciones, en todos los ámbitos existenciales.
Las palabras y los actos, activan la rueda del destino, es decir: la ley del karma, o ley de causa y efecto, que determina la siembra y la recogida.
El líder tiene en la recta palabra el instrumento para transformarse en un catalizador social, capaz de transmutar destinos inferiores en superiores, y en convertirse en paradigma inmortal, tal como Alejandro Magno, Simón Bolívar, Andrés Bello, José Mazzini, José Garibaldi, Mahatma Gandhi, Sidharta Gautama, Pitágoras, y tantos otros.
La recta palabra es, también, el instrumento efectivo de la negociación en todos los ámbitos de la vida, de los negocios y de las interrelaciones humanas. Es, sin duda alguna, el instrumento de la paz, que evitan, o terminan guerras. Gente inexperta han sido los causantes de incontables guerras. Hábiles artífices de la palabra, han sido sembradores de las semillas de la paz, que tantas veces han dado excelente frutos.
El respeto a la opinión ajena, es una manera de expresar la recta palabra, al decirle a alguien de quien no se comparte su pensamiento sobre determinados particulares: -Respeto su opinión, aunque no la comparto en tales puntos de vista.
La expresión de gratitud, es un elemento de la recta palabra para reconocer un servicio, una obra bien ejecutada, un elogio, y cualquier acto que lo requiera. Por ejemplo: Gracias por su amistad; gracias por su ayuda; gracias por venir; gracias por comprender; gracias, simplemente. Gracias, es la palabra mágica que abre todas las conciencias y es la forma más simple y económica de salario cósmico.
Al final de una conferencia, expresarle al orador la gratitud y felicitarle por las excelencias demostradas.
Una sonría, el silencio, una mirada, una breve nota de gratitud, un gesto, un toque en el hombro o en la espalda, entre otros particulares, forman parte de la recta comunicación, ya que la palabra tiene muchos matices, vertientes y variantes: verbal, escrita, a través de símbolos, o del afecto, del entusiasmo, de la persistencia, del trabajo bien hecho, del salario justo, de una negativa bien aplicada.
El no, cuando es preciso expresarlo, es una forma de la recta palabra, para liberarse de compromisos innecesarios, o que no se desean asumir. En un mundo en que tantas personas se exceden de tantas y variadas formas abusando del tiempo ajeno, o manipulando situaciones, o imágenes, el “no” expresado a tiempo, es una forma efectiva de auto-liberación. Pero, el sí, cuando es preciso expresarlo para asumir el compromiso del propio deber, debe serlo en el acto.
La recta palabra se expresa solicitando el perdón, o las excusas por un error, asumiendo, al mismo tiempo, la responsabilidad inherente, u otorgando el perdón, o disculpando, si tal es el caso.
La palabra debe ser un elemento de enlace, de armonía, de unión, de amistad y de la fraternidad universal. Debe expresar apoyo y solidaridad. Debe transmutar estados de ánimos para transformar los caracteres endebles en fuertes, positivamente.
La recta palabra debe reflejar la belleza interior, el sosiego, el autodominio, la serenidad, la fortaleza, la concordia y la armonía. El verbo debe ser expresado pulcramente. La energía del mismo debe administrase mediante el silencio.
Adelante.


sábado, 27 de abril de 2013

RECTAS Y ARMONIOSAS PALABRAS: -"Rectas palabras, constituyen la tercera vertiente del Noble Sendero Óctuple concebido por Sakyamuni, Sidharta Gautama, para transmutar el estado de insatisfacción interior en su polaridad positiva, canalizando, adecuadamente, la energía creadora del ser". Giuseppe Isgró Cattafi




RECTAS Y ARMONIOSAS PALABRAS

©Giuseppe Isgró C.


–“..Juzgando por las palabras la intención de quien las decía”-.
“Uno de los mayores trabajos que los “jefes” tienen, entre otros muchos, es el de estar obligados a escuchar a todos y a responder a todos”-.
Miguel de Cervantes y Saavedra


Rectas palabras, constituyen la tercera vertiente del Noble Sendero Óctuple concebido por Sakyamuni, Sidharta Gautama, para transmutar el estado de insatisfacción interior en su polaridad positiva, canalizando, adecuadamente, la energía creadora del ser.
Ya en las Leyes de Manú, se establece que la palabra es creadora de karma, en ambas polaridades. La persona, por medio de la palabra correcta puede alcanzar cualquier objetivo válido, o, por lo contrario, ocasionar perjuicios de los cuales será responsable y por los que, oportunamente, tendrá que responder.
Existen cuatros elementos que constituyen aspectos esenciales en la creación de circunstancias favorables o no, en la vida de cualquier persona; ellos son: 1) Los pensamientos; 2) los sentimientos; 3) las palabras; y, 4) las acciones. Los dos primeros, comportan fases unipersonales, que, inicialmente, sólo afectan a quien que los experimenta; por ejemplo, los pensamientos y los sentimientos, están dotados de energía en polaridad positiva y negativa, por lo cual tan pronto se le dé cabida, en la mente y en la conciencia, activan, en forma instantánea, a la ley de atracción, atrayendo a la propia existencia, circunstancias análogas a lo pensado o a lo sentido, surgiendo las respectivas coincidencias mediante la imantación de nuevas realidades de acuerdo con los mismos.
Cuando existe un estado de insatisfacción interior, lo que se precisa hacer, en forma inmediata, es transmutar los propios pensamientos y sentimientos en sus polaridades opuestas positivas y canalizarlos hacia el exterior mediante la enunciación de objetivos claramente definidos, por escrito, condición esta última indispensable para darle carácter de permanencia en el espacio y en el tiempo, y asegurar, simultáneamente, su realización. Tan pronto como los pensamientos y los sentimientos se transformen en palabras y en acción, que afecten a otras personas, positivamente o en forma contraria, se activa, instantáneamente, a la ley del karma, cosechando lo mismo que, originalmente, se ha sembrado en la mente y se ha ejecutado en la vida.
La importancia de las rectas palabras es de múltiples efectos: con ellas se puede construir o destruir; elogiar o denigrar; estimular o inhibir; armonizar o lo contrario; lograr objetivos positivos o dejar de hacerlo; triunfar o no; alcanzar los resultados anhelados o no obtener respuesta alguna, entre una extensa gama de variantes.
La palabra puede expresarse en forma: hablada y escrita, o, mediante el silencio, una sonrisa, un gesto, un símbolo, un acto o cualquier otro medio que la canalice.
La palabra puede ser oportuna o a destiempo, efectiva o inefectiva, amable o lo contrario, agradable o desagradable, positiva o negativa, denotando: cortesía o descortesía, sinceridad o hipocresía, fervor o frialdad, interés o desinterés, deseos de ayudar o perjudicar, amor u odio, justicia o injustica, fortaleza o debilidad y así, expresar cualquier contenido análogo a los valores universales en ambas polaridades, canalizados, inicialmente, como sentimientos, y acto seguido, en forma de silencio o mediante palabras.
En cualesquiera de sus medios de expresión, la recta palabra siempre debe reflejar la claridad de ideas y conceptos que aporten o faciliten la lucidez de quienes se desea obtener una respuesta u objetivo de determinada índole, y por supuesto, debe estar acompañada del respectivo sentimiento de justicia, amor, amistad, u otro valor, para potenciarla, y corresponder siempre a la verdad, conocida o por conocer, única manera de transmitir la certeza de su rectitud y elementos benéficos para todas las partes involucradas.
Dado que el ser humano está dotado de libre albedrío, es preciso respectar la decisión de la persona involucrada, caso contrario se tendrá que asumir las consecuencias de los efectos nocivos que, mediante un consentimiento viciado por la manipulación o las acciones convincentes indebidas, se haya ocasionado a la otra parte, lo cual siempre implica un costo, generalmente demasiado elevado para asumirlo.
Jamás debería ejercerse presión alguna para que la otra parte dé su consentimiento a una propuesta determinada. Es preciso actuar con desapego de los resultados en todos los casos; si se han aportado los elementos de juicios correctos, éstos deben ser suficientes para que la persona en particular, una vez analizados, tome la respectiva decisión, después de lo cual, ella asumirá su propia responsabilidad por los efectos de la misma y las consecuencias o recabará los beneficios, inherentes. El costo de oportunidad que la persona pagaría dejando de tomar la decisión pertinente en el enfoque propuesto y los beneficios respectivos que devengaría, deben constituir los elementos de juicios válidos como única presión para que la persona se decida favorablemente, bien sea aceptando llevar a cabo determinados actos o, en los casos en que lo ameriten, dejar de hacerlo.
¿De qué serviría lograr algo cuando lo ha sido no por la espontánea voluntad de la persona sino por la presión ejercida? Dicho resultado dejaría de tener valor alguno para alguien inteligente que espera recibir, en todos los casos, valor por valor. Hay cosas que no tiene sentido alguno obtenerlas mediante el ejercicio de la fuerza o de la manipulación, por ejemplo: el amor, la amistad, la justicia, el aprecio, una negociación, la confianza de los clientes, y cualesquiera otros aspectos, para lo cual es necesario que la persona desarrolle en elevado grado el valor de la autenticidad, es decir, ser y no aparentar. William Blake, dijo, en cierta oportunidad: -“Nadie vuela demasiado alto si lo hace con sus propias alas”. Se podría agregar, también, que nadie caerá de esa posición, por la solidez de la misma.
En la hoja de vida espiritual de cada ser, se registran los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos, activando, respectivamente, a la ley de atracción y a la del karma, así como a todas las leyes inherentes: afinidad, justicia, igualdad y compensación, entre otras.
Es preciso, en toda palabra emitida, regirse por la justicia, como elemento esencial para que resulte recta en sus propósitos y resultados; lógicamente, para lograrlo, se hace necesario poseer una recta opinión de las cosas, que implique la visión exacta de la realidad, sin la cual, es imposible lograrlos en ningún acto realizado o palabra emitida. Para alcanzar esa visión correcta de la verdad universal, se requiere estudiar a fondo las leyes y valores universales y poseer una perspectiva de conjunto que permita sopesar el pro y el contra de cada situación sometida a la propia consideración. Es decir, en cada caso hay que ver más allá de las apariencias y tener confianza en las aplicaciones coercitivas y coactivas de la ley cósmica, la cual, mediante la ley de afinidad y de las que les son inherentes, ubica y reubica a los seres y a las cosas en el orden que le corresponde en el concierto universal, desde cuya posición precisará, cada quien, compensar sus propias palabras o acciones o recibir las que le correspondan, por lo cual, sin necesidad de ejercer presión alguna, la misma ley cósmica va nivelando las cosas de acuerdo a la ley de compensación y por las indicaciones del fiel de la balanza de la justicia divina, frente a la cual todos los seres son iguales ante la ley y dentro de ella.
Al ser acreedor frente a las acciones ajenas, es preciso controlar las propias palabras, por las cuales, cada quien, por los efectos de las mismas, podría pasar, en un momento dado, de esa posición privilegiada, a la contraria de deudor. A tales efectos, es preciso no emitir opinión alguna que afecte el saldo favorable en las compensaciones de las cuales se es acreedor; en cambio de ello, se tiene el derecho de ejercer las acciones legales pertinentes para obtener la compensación correspondiente, y cuando, pese a las apariencias contrarias o evidentes de que mediante la justicia humana o el libre albedrío de las personas involucradas, no es posible lograr el efecto buscado, es mejor quedarse tranquilo y esperar la actuación coercitiva y coactiva de la ley cósmica, quien, oportunamente, efectuará la compensación pertinente, sin lugar a dudas.
En toda palabra emitida, es preciso tener presente el objetivo buscado y el resultado que se debe alcanzar, en el mejor y en el peor de los casos. Hay que hacerse cargo probable del efecto de la misma y de estimar que no obtendrá lo que busca, es mejor guardar silencio. El silencio, muchas veces, suele ser más efectivo que todas las palabras que se puedan emitir y denota la actitud de confianza en la persona que permanece callada, así como el reflejo de su madurez espiritual o personal, el autodominio, el control de la situación y la capacidad de seguir adelante con la mirada puesta en el fin último positivo que se busca alcanzar. Cada quien debe plantearse que, si expresa lo pensado, ¿el probable resultado que obtendrá, en el mejor de los casos, satisfará sus expectativas? Y, en el menos favorable de ellos, ¿podrá controlar la situación? De ser así, puede emitir, con confianza, la palabra recta que corresponda a esa situación u otra inherente. Si lo expresado no resultará mejor que el silencio, es mejor optar por esta opción y descubrir, de esta manera, el tremendo poder de quedarse callado, para que, además de evitar el efecto antagónico a los propios objetivos, asegurar que los propósitos que le animen sean alcanzados oportunamente y de la mejor forma, con dignidad.
Lo anterior implica hablar por objetivos y resultados, de acuerdo al valor de la justicia y/o a cualesquiera otros valores inherentes en cada caso sometido a la propia consideración.
Es decir, la recta palabra debe estar sujeta a la recta opinión, a los rectos e inquebrantables propósitos, debiendo estimular: la acción correcta, los adecuados medios de sustentamiento de vida, el esfuerzo suficiente, a la precisa atención y a la debida concentración.
Si lo expresado corresponde a la recta palabra, verbal o escrita, los resultados lejos de crear karma negativo, siempre serán positivos, en el mejor y en el peor de los casos.
La expresión del agradecimiento, en cada palabra emitida, debe siempre reflejar el propio reconocimiento a las partes contrarias, así como el elogio por las actitudes y acciones correctas de los demás. Al reconocer el mérito ajeno y manifestar la propia gratitud por los beneficios obtenidos, o por los que se espera obtener, siempre se granjea la buena voluntad ajena, sobre todo si se actúa en armonía con la justicia y otros valores interrelacionados.
La recta palabra es un instrumento efectivo para lograr cualquier resultado favorable en todas las acciones humanas y denota el desarrollo personal, profesional o espiritual de la persona en particular, así como su madurez emocional, estado de conciencia y visión de la realidad.
En el ejercicio de la propia profesión o actividad de trabajo, en la vida familiar y en la social, la palabra resulta un instrumento de incomparable valor para interrelacionarse adecuadamente con las personas, en todos los niveles.
La palabra escrita, es el medio para lograr resultados que muchas veces parecerían superar toda expectativa. Un abogado que domine este recurso sometido a la aplicación de todos los valores inherentes, que ilustre a las personas involucradas en los pormenores del caso que les ocupe, haciéndoles ver el pro y el contra de las situaciones, las ventajas y desventajas de ciertas decisiones, sin esfuerzo alguno y sin presión indebida, conducirá a que cada persona adopte la mejor decisión a sus intereses, evitando pagar costos de oportunidad indebidos, y alcanzar el resultado positivo para los propios intereses, los de sus clientes y los de todas las partes involucradas.
Generalmente, y salvo raras excepciones, jamás es necesario expresarse duramente para alcanzar un objetivo determinado mediante las propias palabras verbales o escritas. Al contrario, la amabilidad, la cortesía, el respeto, el amor, la bondad, la justicia, la verdad, la humildad, la simpatía, el elogio sincero, la sonrisa, la calma imperturbable, la paciencia, la serenidad, la confianza y la expectativa positiva, la tenacidad, la impasibilidad, entre otros, son valores coadyuvantes al logro positivo en cada palabra emitida, en todas las situaciones. Y cuando pareciera que no hay nada que hacer, es preciso dejar las cosas tranquilas para que las aguas vuelvan a su propio cauce, enfriando el ánimo acalorado de las partes, después de lo cual, el efecto coercitivo y la acción coactiva de la ley cósmica, actuando en la conciencia de cada quien, inspira la percepción pertinente para que las cosas se resuelvan de la mejor manera posible y por el canal más conveniente a los intereses de todas las partes involucradas. Oportunamente, aflorará, en la mente, -y en la conciencia-, la percepción intuitiva o la inspiración, que señalará el mejor camino a seguir. Simultáneamente, se suele experimentar la fuerza de empuje o la de bloqueo, según sea el caso. En gran número de ocasiones, mientras dicha idea clara deje de aflorar en la mente, resulta más conveniente no iniciar acción alguna, lo cual requiere autodominio, elevada dosis de paciencia, convencimiento adecuado a la realidad de la justicia que le asiste y sobre todo inquebrantable expectativa positiva. Ya lo dijo Don Quijote: -“Tiempos hay de acometer y tiempos de retirar”-.
En todos los casos, la actitud correcta debe ser: -“Lo que el Creador Universal quiera –por la ley cósmica-; nada se le asemeja”-, con lo cual se deja fluir a los acontecimientos para que encuentren su propio y efectivo canal de expresión, en armonía con los valores universales.
Si a pesar de haber emitido la palabra correcta y desplegado la acción recta respectiva, existe demora en lograr los resultados, es preciso conservar la calma imperturbable y la impasibilidad, dándole tiempo a que el resultado positivo se geste en el tiempo oportuno. José Antonio Páez, Prócer y Estadista venezolano, del siglo XIX, decía: -“No siempre la victoria está pronta y a veces es preciso darle tiempo a que llegue”.
Empero, tan pronto se haya emitido la palabra recta pertinente, se requiere confiar en los resultados positivos, pese a todas las apariencias en contra. En el momento menos fácil, es cuando las situaciones suelen transmutarse en su aspecto favorable, para todas las partes involucradas.
Siempre, la propia palabra debe ser portadora de paz y armonía para todos, pero esencialmente para la propia conciencia, con lo cual, además de alejar de sí todo efecto de insatisfacción, será causa creadora de la propia felicidad y autorrealización.
La recta palabra sirve para:

1. En primer lugar: escuchar con empatía, poniéndose en el lugar de la otra persona, para comprender su punto de vista. Si no se comprende cuál es la necesidad de nuestro interlocutor, -¿cómo podemos pronunciar la recta palabra, ofreciéndole el bien o servicio que precisa? Los mejores conversadores son los grandes oidores. Jamás interrumpen a quien le habla hasta compenetrarse bien de lo que quiere decirle, excepto para efectuar breves preguntas que le aclaren alguna duda y que alienten a continuar a la otra persona. Recordemos el aforismo de Cervantes: –“Y escuchémosle: que por el hilo sacaremos el ovillo de sus pensamientos, si es que canta; que de la abundancia del corazón habla la lengua”-.
2. En segundo lugar, observar con atención al interlocutor, por cuanto cualquier cosa que diga o haga, algún movimiento imperceptible, su actitud decidida o precavida, etcétera, constituyen señales que contienen un lenguaje secreto que la persona con experiencia sabe descifrar correctamente, sacando conclusiones valiosas que le habrán de guiar al pronunciar la recta y armoniosa palabra. Recordemos, a Don Quijote, cuando dice:–“Mira sus acciones y movimientos; porque si tú me los relatares como ellos fueron, sacaré yo lo que de ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de lo que al hecho de mis amores toca; que has de saber, Sancho, si no lo sabes, que entre los amantes, las acciones y movimientos exteriores que muestran, cuando de sus amores se trata, son certísimos correos que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa”-.
3. Comunicar, o informar, cualesquiera contenidos mentales sin límites algunos, sobre la base de la verdad, por lo cual, antes de hacerlo, es preciso conocer los hechos sobre los que se va a emitir la recta palabra.
4. Conciliar los intereses opuestos entre diferentes personas, o los propios con los ajenos. En estos casos, la fórmula salomónica, que divide por mitad la diferencia, asumiendo cada quien una parte proporcional, prácticamente, en todos los casos, salvo excepciones, suele ayudar a solucionarlos favorablemente.
5. Ordenar: impartiendo las indicaciones pertinentes a quien corresponda, dejando claros los objetivos y los resultados que deben ser alcanzados.
6. Solicitar: el pago de una acreencia; una determinada prestación; la compra de un producto o servicio; un favor o colaboración, etc. Paradójicamente, gran número de personas dejan de hacerlo o desconocen la mejor forma de realizarlo, aun incurren en esta situación líderes comerciales que precisan un mayor dominio de las técnicas profesionales de cierre de ventas o del arte de la negociación efectiva.
7. Exhortar: al bien, a la justicia, a la auto-superación, al desarrollo personal o profesional, a la espiritualidad y a la realización de una obra de bien.
8. Recomendar: representan las recomendaciones que hace una madre o un padre a sus hijos, un amigo a otro, un jefe a su colaborador, buscando los mejores resultados o la superación exitosa de un riesgo.
9. Sugerir: la sugerencia es una poderosa herramienta en el logro de los propósitos tanto por medio de la palabra hablada como de la escrita. Suele ser una modalidad que se acepta sin resistencia, ya que a nadie, le gusta recibir órdenes ni consejos, salvo los casos en que el subalterno debe obedecerlas. En todos los casos, expresar el propio parecer de la siguiente manera: -Mi sugerencia sería la de hacer tal cosa, con lo cual se obtendría tal beneficio. Acto seguido, dejar a la persona en particular que tome su propia decisión, libremente.
10. Aconsejar: sobre todo cuando alguien solicita el consejo, o a las personas que se encuentran bajo la propia tutela o que compartan intereses comunes.
11. Asesorar: a nivel profesional, el asesor aporta las informaciones pertinentes a cada caso; empero, la decisión siempre corresponderá a la persona asesorada.
12. Enseñar: múltiples vertientes se presentan en esta faceta; empero, el educador, siempre debe hacerlo buscando la emancipación mental o espiritual del educando y su desarrollo integral, por medio de la verdad.
13. Guiar: mediante la recta palabra a los discípulos, seguidores, colaboradores, miembros de un grupo de trabajo o familiar, etcétera.
14. Convencer mediante la persuasión, basando ésta en los argumentos favorables, sopesando el pro y los contras, y dejando a la persona en libertad de tomar sus propias decisiones.
15. Elogiar: el elogio sincero es fuente de estímulo poderoso y una siembra positiva en las interrelaciones humanas. Es preciso recordar que una gota de miel caza más moscas que un barril de hiel. Por lo cual, es preciso acostumbrarse más a elogiar las cualidades buenas que las personas poseen que criticar sus defectos, salvo las debidas sugerencias en los casos que las ameriten. Cervantes, dijo: –“Siempre la alabanza fue premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados”-.
16. La recta palabra debe ser: clara y expresada con suavidad o enérgicamente, según el caso, reflejando, siempre, confianza y la propia certeza de que serán alcanzados los resultados esperados.
17. Mediante la recta palabra se da la razón a quien la tiene, aun cuando ello sea en contra de los propios intereses. De esta manera se granjea la reputación de ser una persona justa y de ello se derivan grandes beneficios que de ninguna otra manera sería posible alcanzar.
18. Con rectas y armoniosas palabras se pide disculpas o perdón por las faltas en que se haya incurrido.
19. Gratitud: la recta palabra debe reflejar el agradecimiento constante a la vida, y al Creador Universal, en primer lugar, y a todas las personas que de una u otra manera han contribuido, -y siguen haciéndolo- a nuestro bienestar. Esto ayuda a mantener el buen humor y la atención en lo que se tiene, se es o representa, en vez de quejarse de lo que se carece. La mente agradecida atrae mucho más de aquello que se posee y sintoniza la propia conciencia con la abundancia universal.
20. La recta palabra mantiene la credibilidad de quien la pronuncia y representa la mayor posesión que tiene toda persona.
21. La recta palabra implica, también, dejar de prometer algo que no se desea cumplir.
22. Recordar que, hay que decir no, cuando se desea no aceptar un compromiso ajeno a los propios intereses y dar el consentimiento, cuando el propio deber así lo indica.
23. Por último, frente a cualquier palabra inadecuada o actos incorrectos de otras personas, es preciso recordar a Don Quijote, cuando sugiere: -“No tomar represalias de nadie y vivir pacíficamente”-.

Adelante.

Madrid, 15 de enero de 2010.

lunes, 15 de abril de 2013

RECTOS E INQUEBRANTABLES PROPÓSITOS: -"Ten la certeza absoluta de que, en los planes cósmicos, existe un lugar y una misión para ti. Descúbrela ahora, proyecta un propósito y realiza la cuota de la Gran Obra que el Supremo Artífice te ha asignado en la expansión universal de la Creación: la que seas capaz de percibir, asumiéndola. Siempre recibirás tu salario cósmico, oportunamente, aunque la oportunidad de participar constituye el mayor beneficio de todos los que les son inherentes"-. Giuseppe Isgró Cattafi


RECTOS E INQUEBRANTABLES
PROPÓSITOS

©Giuseppe Isgró C.

-“Lo importante en la vida es tener un alto y definido ideal
con aptitud y perseverancia suficientes para lograrlo”-.
Orison Swett Marden

-“El éxito de la vida exige la obediencia
 a las leyes de nuestra naturaleza”-.
Alexis Carrel

-Ten la certeza absoluta de que, en los planes cósmicos,
existe un lugar y una misión para ti. Descúbrela ahora,
proyecta  un propósito y realiza  la cuota de la Gran Obra
que el Supremo Artífice te ha asignado en la expansión universal
de la Creación: la que seas capaz de percibir, asumiéndola.
 Siempre recibirás tu salario cósmico, oportunamente,
aunque la oportunidad de participar
 constituye el mayor beneficio de todos
los que les son inherentes-.
Giuseppe Isgró Cattafi


-Hidalgo, -dijo Escudero-, háblame ahora sobre los Rectos e inquebrantables propósitos que deben animar a toda persona.
-Escudero, -le responde Hidalgo-, escucha:


La percepción de la verdad otorga a la persona un deber y un derecho: asumir la realización de la cuota de la obra que concibe que alguien debe hacer y posesionarse del rol inherente, hasta concluirla exitosamente. Por eso decían los antiguos: -“Hazlo y tendrás el poder”-.
Quienes alcanzan una elevada comprensión de la Verdad Universal y de las leyes que rigen la vida y a los seres, adquieren un mayor grado de responsabilidad en su conducción impecable para servir de paradigmas a  los que les observan en el entorno donde actúan. Siendo más profunda su capacidad de percepción y más nítido su discernimiento, sus decisiones son más efectivas para elegir cursos de acciones que aporten los mejores resultados al más bajo costo de oportunidad. Quien comprende más se solidariza con sus semejantes en la construcción de un mundo mejor, creando las condiciones idóneas para vivir en armonía, reflejando en cada uno de sus propósitos y acciones la divinidad del ser interior en conexión con la fuente, como canal de luz, amor y poder creador.
El recto propósito da sentido a la propia existencia, mediante cuya realización se debe aportar la mayor suma de bien para todos, auto-incluyéndose.
Cuando Simón Bolívar asumió el propósito de dirigir el proceso de la Independencia Latinoamericana, -lo cual llevó a cabo con resultados positivos-, su vida se transformó, automáticamente, canalizando su genio creador, dándole gloria a su nombre al serle concedido el titulo honroso de Libertador y al Continente emancipado la conciencia de un destino autónomo en la creación de un nuevo mundo acorde con el ideal de la edad de oro en gestación.
Cuál es tu finalidad más importante en la vida? Cómo conocerla?
Cuáles son tus talentos? Cuál es tu vocación? Cuáles son tus necesidades e inquietudes?
Cuál es el destino de la humanidad del planeta tierra? Qué hay que mejorar en beneficio de todos? Cuáles son las preguntas que esperan respuestas?
Qué servicio puedes brindar a la sociedad de la cual formas parte para recibir tu respectiva cuota en los beneficios inherentes?
Qué requiere ser mejorado en el entorno en que vives?
Todas aquellas cosas que percibes que alguien debe hacer en beneficio de la humanidad, ese alguien eres tú. Si aportas la parte del servicio que contribuye a satisfacer las necesidades insatisfechas de la colectividad, habrás encontrado el único camino que conduce a la riqueza integral. Estamos aquí con una finalidad y es imprescindible descubrirla para enfocar hacia ellas los talentos que hemos traído a la presente existencia y así dar el propio aporte, cosechando los frutos evolutivos equivalentes, sintiéndonos útiles, mereciendo, al mismo tiempo,  que se nos deleguen nuevas tareas esenciales hasta alcanzar la maestría cósmica y convertirnos en creadores de nuevos mundos en la eterna expansión de la Creación Universal.
Dentro de este orden de ideas tenemos deberes y derechos: con el Ser Universal, con la humanidad y con nosotros mismos, en el eterno ahora.
En cada área de las propias responsabilidades, derechos, necesidades y aptitudes, es preciso forjarse un propósito deliberado para darle sentido a la vida, canalizando la energía creadora interna hacia objetivos determinados a corto, mediano, largo y macro plazo y de esta manera convertirnos en conductores inteligentes de nuestras vidas.
Poseemos un cúmulo de facultades capaces de expresar el poder potencialmente infinito con que está dotado nuestro eterno e inmortal Espíritu, que es preciso desarrollar hasta alcanzar su perfecto dominio y la optimización de su uso, además del conocimiento de la realidad universal y de los valores inherentes, todo lo cual nos permite la visión clara para forjarnos rectos y deliberados propósitos que hagan de nuestra vida una obra maestra.
Recuerda: eres un capitán al mando de tu barco; este barco, en el desempeño de las funciones que le están asignadas, -propósitos-, debe trasladarse de un puerto a otro. Dependiendo de los propósitos programados, en cada caso, son elegidos los objetivos particulares: puertos de destinos temporales, en cada época y en determinados lapsos, que le darán sentido en la búsqueda del rumbo a seguir y del tipo de servicios que prestarás.
He aquí algunas claves esenciales:
1. Forjase un propósito claramente definido en cada una de las áreas vitales, es decir:
o   En lo personal y en lo familiar.
o   A nivel profesional, de trabajo y/o de servicio a la colectividad.
o   En tu relación con el Ser Universal.
o   En la asunción de un propósito inquebrantable de contribuir a la construcción de un mundo mejor.
o   En cualesquiera otras áreas de tu interés.
2. En cada uno de los propósitos propuestos, es preciso plantearse objetivos a corto, mediano y largo plazo, y fijar, en cada caso, por escrito, los resultados –objetivos- específicos que sea preciso obtener.
3. Asignar, a cada objetivo, un plazo máximo de realización.
4. Realizar un objetivo a la vez de acuerdo al respectivo orden prioritario. Posees el poder suficiente para realizarlos, exitosamente, todos, siempre y cuando los ejecutes uno a uno. Esa es la regla de oro. Donde concentras la atención, la energía y los recursos pertinentes, se expande la conciencia y el poder creador. 
5. Cada logro obtenido debe aportar beneficios óptimos para todas las partes involucradas, de acuerdo al valor de la justicia y a la equidad, en armonía con todos y con el Todo.
6. Considerar, en cada caso, el propósito o finalidad que cada quien persigue en su relación contigo, para evaluar su sinceridad, ventajas e inconvenientes, justicia y equidad.
o   Cada propósito genera, automáticamente, un poder de auto-exclusión, activando la ley de atracción, que atraerá, al propio círculo de influencias y actividades a los elementos coadyuvantes esenciales en todos los ámbitos vitales, a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero; a la ley de repulsión, -denominada, también, ley de aislamiento cósmico-, que te permitirá identificar todo lo que no es compatible con tu propósito, descartándolo y excluyéndolo. Imagina –por un momento,-, las ventajas de la liberación de todas las cargas innecesarias que una excelente programación de propósitos aporta, como  factor  motivador.
o   Abstenerse, -como práctica efectiva del desapego-, de todo lo que es innecesario a la realización de nuestra obra y a los propósitos que les guían, equivale a centuplicar las propias posibilidades, tomando en cuenta de que es imposible recorrer dos caminos al mismo tiempo. Hay que elegir uno, el mejor, y para eso es preciso desarrollar las habilidades de toma de decisiones inherentes.
Dentro de los elevados propósitos que el ser humano precisa plantearse en la vida, podrían sintetizarse:
CONOCIMIENTO de sí y del entorno universal del cual se forma parte: A nivel físico, mental y espiritual.
a)   A nivel espiritual:
o   Conocimiento del Espíritu eterno e inmortal que se posee y se es.
o   Facultades espirituales de las cuales está dotado el ser humano.
o   Atributos divinos que posees análogos a los del Ser Universal, los cuales fungen como sentidos cósmicos.
o   Poder potencialmente infinito del cual te encuentras dotado, -o dotada-, y que expresas, gradualmente, en forma equivalente a las necesidades afrontadas y a la magnitud de los propósitos forjados y asumidos como objetivos de realización personal.
o   Misión que te ha sido asignada, en el eterno presente, por el Ser Universal, en los planes cósmicos.
o   Reencarnación en ilimitados ciclos de vida y en inmensos mundos del universo.
o   Una perspectiva universal de la vida.
o   Conciencia de la UNICIDAD –UNO, no trino- del Ser Universal.
o   Conciencia de la UNIDAD perfecta e indisoluble que conformas con la FUENTE: el Ser Universal.
o   Espiritualidad directa centrada en el Ser Universal, sin intermediarios. Meditación en Él y en sus atributos divinos. Práctica del Dzikr, la constante conciencia de Él.
o   Conocimiento del alma, -peri-espíritu, hilo de plata-, como: elemento de conexión con el cuerpo o vehículo físico, archivo –o memoria- espiritual, elasticidad y factor coadyuvante de gran número de facultades espirituales, etcétera.
b)   A nivel Físico:
o   Conocimiento del cuerpo, en todas sus vertientes.
o   Leyes de la salud; alimentación saludable, ejercicios adecuados y necesarios.
o   Conciencia de la misión en la dimensión física de la vida.
o   Percepción de las necesidades de la vida humana: 1) Básicas: alimentación, vestido, vivienda, sexo, aire, trasporte, etcétera; 2) Seguridad, de la satisfacción de las necesidades básicas, de la propia integridad personal, honor, reputación y del patrimonio; 3) Sociales o afectivas: necesidad de pertenencia a un grupo familiar, de trabajo o servicio; 4) Estimación: propia y ajena, impulsándola de los grandes logros existenciales; 5) Autorrealización: ser lo que se anhela y alcanzar la ascensión del Espíritu a la maestría universal; la conexión con la fuente, la meditación en el Ser Universal y sus atributos divinos. Conciencia de la UNIDAD con la fuente y la percepción de la divinidad del ser con su ilimitado potencial.
Alexis Carrel, -pensador francés del siglo XX-, expresó: -“..Existen muchos hombres y mujeres que buscan, no el provecho, la seguridad o la satisfacción exclusiva de los bienes materiales, sino un gran ideal. Ideal del poeta, del artesano, del artista, que se dedican al culto de la belleza. Ideal del sabio o del “buscador espiritual”, cuyos esfuerzos todos tienden hacia la verdad. Ideal de aquellos que se sacrifican por ayudar a los demás. Ideal de la mujer que se da enteramente a la obra sublime de hacer y de formar seres humanos”-.
o    Conocimiento de las fortalezas, aptitudes y vocaciones que traes a cada ciclo de vida, -de un inmenso número de reencarnaciones previas-, que puedan imprimirle sentido a tu actividad o roles existenciales como ciudadano, padre o madre, hijo o hija, profesional, artesano,  persona, etcétera.
o   Puntos menos fuertes, o carencias, que requiere transmutar en su polaridad opuesta positiva. Es decir: El karma existencial: positivo o negativo, para optimizar o depurar.
c)    A nivel cósmico:
o   Percepción de la realidad universal y de la vida existente en infinidad de mundos; teniendo presente que se forman –constantemente- nuevos planetas; otros, la mayoría, se encuentran en plenas actividades evolutivas; un determinado número, en fases de extinción, y algunos, ya extinguidos, por cuya lejanía, en años luz, sigue llegándonos su luz. Esto aporta  una  perspectiva más realista de la Creación.
o   Conciencia de la solidaridad universal y de lo que esto implica.
o   Conocimiento de las leyes universales.
o   Interrelación entre la dimensión espiritual y la física.
d)   En su carrera como ser:
o   De dónde viene?
o   Por qué está aquí?
o   Hacia dónde va?
o   Conocimiento de todo el bagaje heredado de generaciones anteriores.
o   Asumir el rol de servicio idóneo para desarrollar un mejor planeta del que hemos recibido.
o   Elegir una carrera profesional o una actividad de vida mediante la cual sustentarse y que a la vez sea el medio de sustentamiento de la propia familia.
e)    Agregar cualquier otro elemento que estimes necesario.
f)     Asimilar técnicas de meditación, concentración, relajación, psico-programación, etcétera, que optimicen los propios recursos físicos y psico-mentales.
Decía Confucio, en su tratado El ta-hio -o El gran estudio-, lo siguiente: -“Ante todo hay que conocer el objeto al que debemos atender, o sea nuestro destino definitivo, y tomar acto seguido una determinación –propósito-; una vez tomada esa determinación, -propósito-,  se puede tener ya el Espíritu sereno y tranquilo; cuando el Espíritu está sereno y tranquilo, se puede ya gozar de aquel reposo inalterable que nada puede turbar; cuando se goza de aquel reposo inalterable que nada puede turbar, podemos ya meditar y formarnos un juicio acerca de la esencia de las cosas; y cuando nos hemos formado un juicio acerca de la esencia de las cosas, podemos ya alcanzar el estado de perfeccionamiento que habíamos deseado”-. Luego, agrega: -“Los seres de la naturaleza tienen una causa y unos efectos; las acciones humanas tienen un principio y unas consecuencias. Conocer las causas y los efectos, los principios y las consecuencias, es como acercarse mucho al método racional con el cual se alcanza la perfección”-.
Es preciso que nuestras intenciones, al forjar cualesquiera propósitos, se correspondan con los elevados valores universales de la justicia, del amor, de la belleza, de la fraternidad, de la solidaridad y del servicio recíproco, en armonía con la práctica de todas las virtudes y con los planes trazados por el Supremo Artífice en el concierto universal.
Con la recta opinión, cada ser ha alcanzado la visión adecuada en torno a la cual centra su atención, la cual le permite darse cuenta de la realidad que afronta en el entorno al cual se circunscribe su acción, percibiendo las necesidades insatisfechas a las que contribuirá a satisfacer mediante su servicio o el aporte del bien equivalente, por una parte, haciendo lo cual, dispone de los medios suficientes para el propio sustentamiento de vida como persona o ciudadano, a la vez que funge como medio de desarrollo personal y profesional, aportándole la riqueza integral que precisa y el derecho de asumir, cada vez, mayores cuotas de responsabilidad social.
La realidad que es capaz de percibir en el entorno en el cual vive, y se desenvuelve, le permite identificar cuales de sus atributos, dones o aptitudes puede optimizar como oportunidad inherente de crecimiento integral.
Dicha visión de la realidad del entorno y de sí, como persona, son las que van a identificar las oportunidades que le conducirán a forjarse propósitos de servicio, mediante los cuales asumir roles y objetivos a corto, mediano y largo plazo, pero, todavía esos propósitos, si no da los pasos siguientes, podrían quedarse en simple intenciones y nada más. Esos pasos esenciales contribuyen a  transformar esos propósitos en rectas palabras y acciones, que son los apartes que pasaremos a analizar en los siguientes capítulos del Noble Sendero Óctuple.
Firmes e invariables propósitos, en el espacio y en el tiempo, -en el eterno ahora-, sirven para mantener una acción tenaz y sostenida, con lo cual se le da consistencia a la propia obra hasta alcanzar los resultados apetecidos e imprimirán, cuando más sea necesario, ese impulso creador que activa los poderes de la mente creando las circunstancias favorables al fin propuesto y las coincidencias que aportan los recursos y las personas necesarias en el momento oportuno, y en las cantidades suficientes e inherentes.
Igualmente, firmes e invariables son los propósitos universales que conforman los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo; es preciso compenetrarse con ellos para que nuestra obra adquiera la trascendencia necesaria en el espacio y en el tiempo, y en armonía con todos y con el Todo, en cuya acción nos transformamos en instrumento de la voluntad divina y de la sabia inteligencia universal.
Inspirados los propios propósitos en los valores universales que rigen el universo, adquieren la facultad de transmutar, canalizando, nuestros deseos en su polaridad positiva, adoptando, únicamente, objetivos positivos, con lo cual, nuestra acción, además de volverse inocua para los demás, aporta la mayor suma de bien para todos y para sí, simultáneamente.
Confucio, expresó: -“Cuando hemos penetrado y profundizado en los principios de las acciones, los conocimientos morales alcanzan, luego, su mayor grado de perfección; cuando los conocimientos morales han alcanzado su mayor grado de perfección, nuestras intenciones se tornan puras y sinceras; si las intenciones se tornan puras y sinceras, el Espíritu se llena enseguida de probidad y rectitud; cuando el Espíritu se llena de probidad y rectitud, nuestro ser queda corregido y mejorado; una vez corregido y mejorado el ser, la familia es bien dirigida; cuando la familia es bien dirigida, el país es bien gobernado; y cuando el país es bien gobernado, el mundo goza de paz y buena armonía”.
La claridad de propósito, nos permite percibir:
1. Lo que es preciso hacer en cada caso; y lo que hay que dejar de lado.
2. Qué objetivos hay que enunciar por escrito, para darle carácter de permanencia, que reflejen los resultados precisos que se deben obtener a corto, mediano y largo plazo.
3. Planificar, en el espacio y en el tiempo, cómo realizarlos por su estricto orden de prioridad. Es decir: elección de la estrategia a largo plazo; y, la táctica, en el corto.
4. Establecer quien debe contribuir a su logro.
5. Tener presente los valores éticos que deben regir su logro y las relaciones interpersonales. Por ejemplo: Equidad, tratos justos, excelencia en el servicio, armonía, efectiva cooperación, cortesía, humildad, gratitud, tenacidad, persistencia, buen humor, integridad, probidad, respeto, dignidad, amor, compasión, sinceridad, responsabilidad social asumida, etcétera.
6. Rectos propósitos, implican trabajar en la correcta misión de nuestra vida, de acuerdo a los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo y al rol que diseñó para cada quien en el concierto de todas las cosas, desde una perspectiva divina, en el eterno ahora, cuya percepción intuitiva –e inspirativa- aflora, en cada época, de acuerdo a las inquietudes de los tiempos, en la propia conciencia, con el respectivo impulso creador, -y el inherente bloqueo temporal- que permite, siempre, encontrarse en el lugar preciso, haciendo la cosa adecuada, en el momento oportuno.
En la conexión con la Fuente se encuentra la guía y la fuerza. Sé un instrumento dócil –y confiable- de la voluntad divina, en la Rueda de la Vida, -El Círculo y el Signo Más-.
Adelante.
06 de diciembre de 2009.